Y se muy bien que no estaré.

Ser sinceramente tuya de nada sirvió,
esto se hace evidente hoy cuando necesito con apremio borrar de una u otra
manera cada caricia torpe, ausente o lesiva de mi piel. Me he dejado de
exigencias, por ahora solo quiero borrar el horror de mi cuerpo, sustraer la
mente y sacarla de lo absurdo de nosotros, de lo ilógico de tener el corazón en
tus manos con posibilidades escasas de que vuelva a mi cama y con infinitas ansias
que regrese a mí, no intacto, pero si más fuerte.
Lo difícil de cruzar esa barrera
de la que te hable alguna vez, esa por la que te explique tantas veces que solo
a ti pertenecía mi amor, mi lujuria, arrumacos y demás; ese muro gigante que me
separaba del resto de humanidad de sexo convexo; ese límite del que siempre
dudaste y que ahora deseo, como nada, estar del otro lado, aunque solo pensarlo genera una gran nausea. Ahora
quiero creer que cuando este del otro lado estaré más allá de ti, de las
dudas y miedos, en definitiva, más cerca del fin, menos aferrada a los
imaginarios que invente en tu nombre para no partir y más cerca a la verdad de
tu desamor original.
Me convertiré en un espacio en blanco en tu vida, como tantos otros, mientras sigues escribiendo en tu vida los pasajes del amor perdido.
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