EL DUEÑO DE MI LUJURIA.


Camino con la brisa cálida de mi ciudad en el rostro, con el vaivén de las hojas y el sol en los hombros, voy recordándote, añorándote y a veces, en ese proceso, parece que el viento te trae a mi en sustratos de olor, tal vez, a causa de la memoria sinestésica o por el afán de reconocerte en otros hombres y hasta en los lugares mas insólitos.

Los sabores han perdido sus identidades y se han vuelto vos y se han llamado tú. Te has convertido en una pequeña obsesión calma, me muero todo el tiempo de ganas de ti y de devorarte dulcemente, me complazco deliciosamente pensando en vos y en tu piel táctil.

No se, si es un problema que te hallas vuelto el dueño de mi lujuria.

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