HACIA EL SUR

52° latitud sur, comienza el invierno,es extraño, apenas amanece, la calle está llena de escarcha y se ve la danza de los papeles afuera a través del vidrio.
46° lejos de casa, la Patagonia es agreste, árida pero hermosa, suena cómico: “estoy en la Patagonia”, literalmente, con gente de aspecto muy alejado al porteño vanidoso, gente amable, tranquila, en sus caras a veces se preservan algunos rasgos del nómada ancestral que la gente del norte perdió y prefiere olvidar.
Estoy sola en el fin del mundo, nostálgica pero no triste, llenando los ojos de lagrimas de alegría y de paisajes no comunes para la gente del trópico, encontrando lugares que estaban en mi cabeza por alguna clase de colegio, pero que poco a poco comienzo a recordar, 108 kilómetros hasta el estrecho de Magallanes y bastante cerca del cabo de hornos, todos aquellos lugares que hacían parte de la fantasía están más cerca de mí.
La gente de este lugar es guerrera, tienen ciudades en condiciones extremas, pienso en los primeros expedicionarios con ganas de descubrir esta tierra, con mapas poco verídicos, con ron en vez de agua y soportando la locura del escorbuto, ¿que serán ellos?, héroes,los más grandes y valientes, demostraron la grandeza de la evolución y la adaptación y con todo esto me digo cuerpo del trópico, adáptate, olvida los calambres, vale la pena todo esto por disfrutar las maravillas del sur, un lugar extrañamente mágico, que hace aborrecer las grandes ciudades, sus afanes, su gente vacía, amarga y dedicada a veces, parece, arruinar la vida de otros.
Extraño Colombia, pero amo esto, en este punto la soledad no parece tan aterradora, se compensa con amaneceres violetas y atardeceres absolutamente rojos tras el infinito de estas llanuras, donde el sol prefiere alumbrar poco y viajar casi paralelamente al horizonte.
No pronuncio muchas palabras, pero cruzar holas con personas de alma pura es acogedor, he conocido gente especial que probablemente no volveré a ver, amistades de hola y gracias (aquí la gente te da las gracias por atenderte!) tan profundas que me hacen entender que tengo muchas cosas de las cuales debo desprenderme, desaferrarme de los castradores de sueños que hacen de la vida algo no deseado y profundamente triste, esos que son la maleta más pesada a la espalda.
Desplegando las alas, libre, en el sur alivianándome, cada vez mi carga es menos pesada y creo que podría pasar el resto de mi vida llenándome de las maravillas del mundo, quizás, encontrar otro viajero de la vida con el cual compartir sin ataduras, sin lazos, sin promesas incumplibles, que sea amor, sin compromiso, por lastima o costumbre, solo amor del alma, amor no mendigo, amor, puro, amor de verdad, compartiendo hermosas soledades.
21 JUNIO DEL 2009, 9:14 AM TERMINAL RIO GALLEGOS

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